Colombia enfrenta este año una de las elecciones presidenciales más trascendentales en su historia, signadas por la presencia de las Farc como un actor político sometido al estado de derecho y por la polarización que dicha situación ha planteado. En un principio, la campaña presidencial ha girado en torno a los candidatos representantes de partidos y movimientos políticos que apoyaron la refrendación del acuerdo firmado entre el gobierno nacional y la mencionada organización insurgente, y los representantes de aquellos que se mostraron reacios a dicha refrendación mediante el voto negativo en el plebiscito celebrado el 2 de octubre de 2016. Voces importantes llaman a una renegociación de dicho acuerdo para impedir que se instale en la Casa de Nariño un gobierno afín a los intereses ideológicos y políticos de la ex-guerrilla, y del régimen que gobierna la vecina Venezuela.
En esta contienda, ha sido relevante la figura del expresidente, y hoy senador, Álvaro Uribe Vélez, quien al asumir una posición radicalmente contraria al gobierno del presidente Santos, y especialmente al acuerdo de paz con las Farc, ha alineado a su lado a una parte importante de la población y de líderes religiosos y políticos que lo apoyaron en la campaña por el voto negativo en el plebiscito. Posteriormente, esta acumulación de apoyos le ha permitido preparar el camino para que un candidato de su confianza dispute la presidencia de la república. De hecho, el candidato designado por su movimiento político, Iván Duque, encabeza actualmente las intenciones de voto con cierta holgura, lo cual lo situaría muy cerca de pasar a una segunda vuelta.
El alto abstencionismo registrado en el plebiscito, la estrecha victoria del "No" frente al acuerdo de paz, y la dramática situación política, social y económica de la vecina Venezuela, han marcado el rumbo del debate electoral que atravesamos. Debate en el que la polarización se ha ahondado a tal punto que hoy los candidatos con más opción para ocupar el solio presidencial representan a los dos extremos del espectro político.
Al respecto es pertinente aclarar que, si bien es cierto que la opinión pública identifica a Iván Duque como un candidato de derecha y a Gustavo Petro como uno de izquierda, ambos niegan tales calificativos y se tratan de mostrar como candidatos moderados cercanos al centro. De hecho, el alto índice de electores que no participaron en las consultas celebradas el pasado 11 de marzo, entre partidos y movimientos políticos identificados como de derecha e izquierda, ha creado la sensación de que una gran parte del electorado preferiría candidatos que representen a opciones menos radicales que las identificadas en cabeza de Duque y Petro.
Esta situación provocó tensiones entre seguidores de Gustavo Petro y seguidores de los candidatos denominados como de centro (Sergio Fajardo y Humberto De la Calle) al considerarse necesaria una unión entre ellos para enfrentar a Iván Duque. El candidato uribista resultó no solamente triunfador en la consulta entre los partidos y movimientos políticos de derecha, sino que superó ampliamente el número de votos alcanzado por Gustavo Petro en la llamada “consulta de la izquierda”. A pesar de que Fajardo y De la Calle sostuvieron una reunión exploratoria y elevaron una petición a la autoridad electoral para que conceptuara la posibilidad de celebrar una consulta en la cual se decidiera cuál de los dos tenía más opciones de llegar a la presidencia, finalmente el candidato liberal desistió de la idea.
La suerte de Germán Vargas Lleras es una relevante incógnita a despejar. Como senador fue siempre un gran elector y un importante protagonista del segundo gobierno de Santos, al dedicarse a manejar los proyectos de infraestructura y el importante programa de viviendas de interés social. Este protagonismo lo mostraba como un candidato con muchas posibilidades de suceder a Juan Manuel Santos, sin embargo no registra buenos indicadores en las encuestas realizadas hasta la fecha.
De esta manera, y de acuerdo con las últimas encuestas publicadas, se ve lejana la posibilidad de que alguno de los candidatos considerado de centro llegue a una segunda vuelta. Esto en principio favorece a Duque y Petro, quienes de acuerdo con las estimaciones de intención de voto, se enfrentarían en un eventual balotaje en el mes de junio.
Y hablando de encuestas, dado que estas han sido poco precisas en el pasado inmediato, estamos obligados a tomar sus pronósticos con cuidado. Las encuestas ofrecen una imagen imprecisa de la realidad política, pero sin duda nos ayudan a definir rangos de posibilidades para las diferentes figuras. Debemos admitir que sin encuestas estaríamos casi completamente a ciegas.
Todavía queda mucha tela por cortar a poco más de mes y medio de la primera vuelta. Los varios debates televisados en la agenda de los candidatos podrían originar movimientos en los niveles de preferencia de los votantes, especialmente entre los indecisos, quienes suelen ocupar una importante franja del padrón electoral.